Los relevos del cielo y del infierno
desajustan los días y las noches
con sus turnos de imprevisto capricho.
La inconstancia del cielo y del infierno
desacredita todo lo existente.

Nadie sabe qué luz o qué tiniebla,
qué fuego o qué vacío
puede borrar a un hombre en cualquier parte.
Han variado los puntos cardinales
de los últimos límites.
Y mucho más que eso: ha cambiado la historia
secreta de la gracia.
Arriba no es arriba
y abajo no es abajo.
También se agota el orden.

Ya el cielo y el infierno son dos casos fortuitos.
Quizá por eso el hombre
es también otro caso fortuito.

Roberto Juarroz

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